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Macondo, deconstructor, total y brillante. El espectáculo del año.

Macondo, deconstructor, total y  brillante. El espectáculo del año.

Macondo. Coautoría: Marianella Morena y Paula Villalba, en base a textos de Inés Bortagaray, Gustavo Espinoza, Alejandra Gregorio, Rosario Lázaro Igoa, Jimena Márquez, Daniel Mella, Alicia Migdal, Marianella Morena, Gabriel Peveroni, Mercedes Rosende, Fabián Severo, Fernando Santullo, Leonardo Sosa, Lucía Trentini, Fernanda Trías, Josefina Trías, Dani Umpi, Daniel Calderón (Uruguay);  Carlos Gamerro, Federico Falco, Paula Marull, Dolores Reyes, María Marull, Pablo Messiez, Lorena Vega (Argentina); Sergio Belbel (España);  Elaine Villar Madruga, Abel González Melo (Cuba); Lorena Salazar Masso, Fabio Rubiano, Maribel Abello, Jorge Hugo Marín (Colombia); Ingrid Luciano (República Dominicana); Ivania Cox (Costa Rica); Katherine Bustillos (Bolivia), Alejandro Clavier (Perú); Ximena Carrera Venegas, Carlos Zúñiga (Chile); Gabriela Alemán (Ecuador). Dirección escénica: Marianella Morena. Dirección de arte: Paula Villalba. Actores: Diego Arbelo, Roxana Blanco, Fernando Deanessi, Daniel Espino Lara, Joel Fazzi, Mario Ferreira, Mauricio González, Gabriel Hermano, Cristina Machado, Dulce Elina Marighetti, Luis Martínez, Rosario Martínez, Sofía Lara Morales, Stefanie Neukirch, Leandro Íbero Núñez, Andrés Papaleo, Jimena Pérez, Mané Pérez, Gustavo Saffores, Juan Antonio Saraví, Lucía Sommer, Fernando Vannet, Pablo Varrailhón, Elizabeth Vignoli, Alejandra Wolf. Dramaturgismo: Esther Feldman.  Asistente de Dirección: Agustín Urrutia.  Escenografía: Claudia Schiaffino, Eduardo Cardozo, Alejandro Roquero, Gustavo Petkoff. Asistentes de escenografía: Diego Ferreira, Agustín Rabellino, Nicolás Cabanelas. Vestuario: Claudia Copetti (Diseño), María Victoria Amigo (Caracterización), Patricia Di Bello y Gastón Haro (Asistentes).  Iluminación: Martín Blanchet, Ivana Domínguez. Composición musical: Franco Polimeni.  Diseño sonoro: Fernando Castro. Preparación vocal: Sara Sabah. Ambientación escénica de fachada: Rodrigo Carrau. Producción técnica: Jimena Ríos.  Realización de escenografía de carros: Master and Popet. Realización de escenografía de palcos: Enzo Scasso, Joaquín Bolioli.  Realización de escenografía de caja alemana y hall: 7 grillos. Pintura de telones: Guillermo Ifrán. Utilería: Lucía Silva, Martina Buroni. Montaje de espejos: Ruben Fuertes. Peluquería: Heber Vera.  Orquestas en vivo: Banda Sinfónica de Montevideo, Orquesta Filarmónica de Montevideo. Teatro Solís. 

Luis A. Fleitas Coya

La Chacrita 19/10/2023

        Desmesurado, inmoderado, colosal, descomedido, enorme, exorbitante, ingente, inmenso, monstruoso, bárbaro, atrevido, todo eso es Macondo, este mega espectáculo que ha venido a dar a las arenas del Solís como un fenómeno exótico azotando la pacífica y morigerada Muy Fiel y Reconquistadora. Fuimos con el temor y el prejuicio de que el desborde fuera de tal magnitud que el espectáculo terminara siendo un bullicio caótico y confuso, solo lleno de buenas intenciones, y terminamos saliendo alborozados, reconfortados y admirados ante un arte mayor, algo tan poco común que seguramente será recordado como un hito en la historia del teatro montevideano.

       La propia codirectora Marianella Morena presenta el espectáculo como “una forma integral de experimentar la diversidad de las teatralidades”, “Con recursos narrativos, actorales, performáticos, audiovisuales, escénicos, musicales”, una declaración tan ambiciosa y omniabarcadora que ya de por sí  pone en guardia contra ese tipo de propósitos que tan generalmente naufragan en aguas desmedidas.  Sin embargo la directora demuestra con creces haber realizado un trabajo extraordinario, más aún, un verdadero trabajo ciclópeo junto a Paula Villalba, para aunar tantos textos, tantos aspectos y tantas áreas disímiles, agregarle aspectos singulares y distintivos, y lograr que todo funcionara excelentemente.

      Antes que nada hay que despejar la duda y el malentendido. Macondo no es una versión teatral de la novela Cien años de soledad ni nada que se le parezca.  Es una composición  coral en múltiples planos y desde diversos ángulos, que van mencionando aquí y allá tenuemente en algunos casos, más acentuados en otros, diversos personajes, aspectos y temas de la novela, no como representación sino como recreación transfigurada, y que va incluyendo además otros personajes, aspectos y temas ajenos a la misma.

       Todo comienza con la representación escénica del interior de una casa, una cocina, un comedor, con los integrantes de la familia Buendía y demás personajes hojeando las páginas de la novela, pero a partir de ahí se van sucediendo escenas en base a los textos de los 39 escritores de Latinoamérica y España que participaron y a otras creaciones propias de las co-creadoras Marianella Morena y Paula Villalba. Es cierto que van apareciendo o se va haciendo alusión a Úrsula Iguarán, José Arcadio, sus hijos, el  coronel Aureliano Buendía, Remedios la Bella, Rebeca, Amaranta Úrsula, el gitano Melquíades, el cura, y otros personajes de Cien años de soledad,  pero sin seguir nunca al pie de la letra la historia que cuenta la novela; así por ejemplo el cruento capítulo de la huelga de la bananera y el fusilamiento de los obreros, no está contado ni referenciado exegéticamente sino como un grupo de militares que atropellan y fusilan una y otra vez en una dinámica reiterativa y circular que denuncia la crueldad y el circuito de la violencia.  Rebeca, la que come tierra y cal, aparece representada por tres actrices en forma simultánea y con diálogos complementarios, un verdadero hallazgo escénico, con alusión a un abuso sexual infantil por parte de José Arcadio Buendía, y en la escena del primer José Arcadio amarrado al castaño y con la razón ya perdida, su esposa Úrsula le cuenta lo que vendrá, lo que harán sus hijos, y hablan de  colas de chanchos invisibles que a los Buendía les crecen por dentro hasta que enloquecen. Dentro de esas escenas destacan las de los personajes femeninos señalados, con grandes actuaciones de Stefanie Neukirtch, Alejandra Wolf, Roxana Blanco, Jimena Pérez, y Lucía Sommer.  Pero otras escenas obedecen a movimientos corales  con baile y canto en los que importa más la pura gestualidad como la de los abrazos y los besos.

Son tantas las escenas y las situaciones, que su recuento sería imposible. Una de las mejores ocurre ya avanzado el espectáculo cuando un grupo de personajes ataviados con trajes y lentes oscuros  cual agentes de seguridad o agentes secretos copan el escenario para dirigir desde un estrado vehementes discursos sobre la inconveniencia de un espectáculo como el que se está representando, tanto por su contenido licencioso y de besos asquerosos, como por tratarse de un espectáculo sin personaje o personajes centrales, sin estructura y sin un argumento coherente, que para colmo realiza una escenografía de un bosque de plástico en las afueras del teatro, con  memorables alocuciones paródicas de Diego Arbelo  (gobernante), Fernando Vannet (militar) y Gabriel Hermano (obispo). Tras ese humor vítreo hay  toda una declaración estética de teatro dentro del teatro, al grito vanguardista a la manera de Artaud, de los surrealistas o del teatro del absurdo, de dar muerte al teatro para que el teatro viva.  “El pacto ficcional es más fuerte cuando derribamos sus propias fronteras” sostiene Marianella Morena, para lo cual propone confiar en la imaginación, pensar y animarse a pensar, actuar y animarse a actuar, y elaborar en conjunto, pautas que cumple de manera formidable con Macondo, ejecución perfecta de ese programa teórico.  Y la desmesura funciona tan bien que el pacto ficcional no solo no se rompe sino que sale fortalecido con ese encantamiento que el espectáculo produce en el espectador.

          En cuanto a las actuaciones, en realidad es el elenco entero de la Comedia el que brilla.

          Canto, baile, movimiento plurales, escenas múltiples simultáneas, a medida que va transcurriendo el espectáculo incorporando elementos típicos del musical con la música compuesta por el pianista Franco Polimeni y la canción “Las aguas de Macondo” creada especialmente por Las Añez de Colombia, la obra toma un vuelo tal que despega maravillosamente de forma completamente dinámica,  y los 110 minutos de duración se pasan volando.  Al mismo tiempo suena la música en vivo de las dos orquestas que participan, la Banda Sinfónica de Montevideo y la Orquesta Filarmónica de Montevideo, ubicadas, una parte abajo, al costado del escenario y otra parte allá encima, en la Cazuela, de manera que al espectador le llega un indescriptible sonido envolvente que viene de abajo y de arriba, de una potencia única en la que se aprecia la excelente acústica del Solís luego de su reforma. Extraordinaria experiencia sensorial, que además se complementa con un incesante juego de luces cambiantes desde todos los ángulos posibles, telones con vegetación tropical que suben y bajan, en diversos planos visuales, espejos, escenarios móviles, recursos audiovisuales, y un vestuario multicolor que se renueva sin cesar.  

   

       A eso hay que agregar que el escenario del teatro se adelantó desde su lugar habitual hasta casi  la mitad de la platea, y que el espectáculo ya ha empezado antes de comenzar, cuando los actores aparecen ataviados de sus personajes entre el público que hace la cola para ingresar, afuera, ante ese bosque del trópico con tierra, plantas y árboles colocados en la vereda y frente a la escalinata de acceso al edificio.

  

        Ya sobre el final, desde un palco lateral de la Tertulia Alta Roxana Blanco refiere las últimas páginas de la novela, en contrapunto con Gustavo Saffores desde la Tertulia Alta opuesta, para dar un cierre al maremágnum que se ha desatado, y la obra vuelve al principio, con los personajes otra vez en la cocina y el comedor de la casa leyendo la novela. El teatro, deconstruido en todas sus dimensiones, vuelve a aterrizar sobre tierra firme, de una manera casi natural y todo llega a su fin entre baile, aplausos y ovaciones, al son de la inigualable cumbia Macondo interpretada por Los Wawancó.  

         En suma, en una gran colaboración e ideación colectiva entre la Comedia Nacional, su elenco, las coautoras del espectáculo Marianella Morena y Paula Villalba, los innumerables técnicos y funcionarios, los 39 escritores que colaboraron, el Director Artístico Gabriel Calderón, las dos orquestas que participaron,  la Fundación Gabo de Colombia, y tanta otra gente que apoyó y dio su apoyo, terminó de conformarse un espectáculo único e inolvidable, un verdadero estallido de talento y arte teatral completo, sin personaje central, sin argumento y sin estructura, como se vanagloria con razón el propio espectáculo, que brilla en la noche montevideana.

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